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Un MIR apuñala a otro en el transcurso de la guardia, en Valdecilla

(Diario El Comercio 06/06/2008)
Tras aprobar el examen MIR, Diana Rodríguez Villar dejó Oviedo hace tres años para hacer la residencia en Santander. El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, que la vio estrenarse como médico, ahora la acoge como paciente. El pasado martes, en torno a las once de la noche, I. R. L., de 28 años y médico residente de cuarto año, la atacó por sorpresa. Sin mediar palabra, según los testigos, la apuñaló con un cuchillo, que le atravesó el estómago y el pulmón. En total, sufrió ocho heridas en los brazos, las piernas, el tórax y el abdomen.
«¡Tú no eres así, mira lo que estás haciendo, no eres así!», le gritó la víctima a su compañero mientras intentaba zafarse de él. Sus palabras hicieron reaccionar al médico residente, que «se quedó paralizado», y tras observar lo sucedido, avisó él mismo a la Policía. Los doctores de Urgencias atendieron a Diana de inmediato, y, por el alcance de sus lesiones, pasó directamente a quirófano. El padre de la joven, Eduardo Rodríguez Menéndez, médico del Hospital Universitario Central de Asturias, del servicio de Radiodiagnóstico, recordó ayer lo sucedido a la agencia Europa Press. Fue en la capital cántabra, donde se trasladó para estar al lado de su hija. Ayer, la joven se encontraba fuera de peligro.
Según fuentes consultadas, la víctima ha dejado la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y ha pasado a planta, donde se recupera de la intervención quirúrgica a la que fue sometida por las graves puñaladas que sufrió en el pulmón y estómago. Pero no es suficiente. Diana tendrá que pasar de nuevo por el quirófano: Tiene los tendones de las manos desgarrados, quizá «debido al esfuerzo que hizo por defenderse», según las mismas fuentes.
Mientras ella se repone, su agresor está ya entre rejas. El juez del juzgado de Instrucción número 4 de Santander -en funciones de guardia- le tomó ayer por la mañana declaración y ordenó su inmediato ingreso en «prisión provisional comunicada y sin fianza». También, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, acordó que el joven sea «evaluado por un equipo psiquiátrico».
A la espera de los resultados, aún no están claras las razones que le llevaron a atacar a su compañera, residente de tercer año. El propio padre de la víctima aseguró que «nadie se puede imaginar una situación así», y apuntó la posibilidad de que el ataque «hubiera sido debido a un brote esquizofrénico».
Lo cierto es que, según contaron personas cercanas a la joven, agresor y víctima «simplemente eran colegas de trabajo». No tenían más relación, salvo haber compartido, con más amigos, alguna que otra salida, a tomar cañas o a ir conciertos. Pero fue en «raras» ocasiones. «Él vivía con sus padres en Santander y ella, en la otra punta de la ciudad, sola», detallaron, para descartar cualquier relación sentimental entre ellos.
El carácter de I. R. L. tampoco levantó sospechas importantes entre el resto de los médicos residentes. Éste era el cuarto año que trabajaba como MIR en el Valdecilla y parecía que era un apasionado de su profesión. Le dedicaba todo su tiempo. De hecho, acostumbraba a permanecer en el centro hospitalario más horas de las debidas. Acudía, incluso, los domingos sin tener obligación, como recordaron sus compañeros.
Y, justamente, la noche del pasado martes tampoco tenía por qué encontrarse en Valdecilla. Su turno ya había finalizado y cuando se encontró con Diana en las dependencias del Servicio de Anatomía Patología, se desató la tragedia.
«Buena y estudiosa»
Los íntimos de la víctima aún no dan crédito a lo sucedido. «Yo no he podido dormir en toda la noche», dijo ayer una amiga de la familia. Quienes conocen a la médico residente aseguran que es «una chica muy estudiosa, lista, encantadora y muy buena». Recuerdan que «no le gusta mucho salir» y los fines de semana que regresa a su domicilio familiar en Oviedo «se dedica a ayudar a su madre, a limpiar la casa».
El barrio donde los padres viven está alterado, aún no ha encajado la noticia. «No puede ser», repetía uno de sus vecinos tras conocer el suceso. «Se le ha torcido la vida. Después de una cosa así, no te sobrepones. Te quedan secuelas». Pero lo «importante» es que Diana, hija única, está viva.

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